8/8/11

Los mercados no existen

Nunca he sido partidario de las teorías conspiratorias, pero -desde hace un par de años para acá- no encuentro otra explicación a esta sarta de mentiras entre las que nos toca sobrevivir: todo es una gran farsa.
Cada vez estoy más convencido de que los mercados no existen. Un día, a alguien que buscaba argumentos para desmontar el estado del bienestar, se le ocurrió la gran trola, nos la contó y nos la creímos. “-Los mercados castigan el gasto público. Eliminemos los subsidios.”, “-Los mercados no confían en nuestra capacidad productiva a medio plazo. Aplacemos la edad de jubilación.”, “-Los mercados prefieren políticas estables. Cambiemos los gobiernos.” Y, claro, como no se puede luchar contra los mercados, sólo nos queda resignarnos, agachar la cabeza y confiar en que, al menos, el descabello sea certero.
Si te fijas, es la estrategia perfecta: en lugar de convencer al personal de la necesidad de sacrificio, les das tres datos y esperas que se convenzan solos. La primera fase del plan pasa por hacer creer a los pardillos que saben de lo que están hablando y que, a base de repetir 'hipotecas subprime', 'deuda soberana', 'stock options', 'primas de riesgo', 'deflación', 'diferencial', 'bono alemán'... tenemos un máster en macroeconomía por la Universidad de Connecticut. La segunda fase consiste en sacar por la tele -en un periódico digital también sirve- a dirigentes, analistas y expertos advirtiendo de que, si hacemos X, pasará Y, y -para demostrarlo- lo hacen y pasa: elevan los tipos y baja el IPC, sube el gasoil y caen las emisiones, compran deuda y se reduce la prima... El colofón aparece -en varios idiomas, para mayor credibilidad- disfrazado de armaguedón anunciador del apocalipsis, que nos amenaza con la bancarrota, la intervención y el rescate.
Y, aunque se les olvida recordarnos que España tiene una larga experiencia en entradas y salidas de quiebras -que se lo digan a Felipe II y a su maniobra para no pagar a la banca Fugger las deudas de su padre-, aunque nos ocultan que nuestra economía no puede ser intervenida porque ya lo está desde nuestro ingreso en la Unión Europea y -sobre todo- en el euro, aunque no nos dicen que lo del rescate es un camelo (¿rescatar a quién y de qué?, además, no hay recursos suficientes...), a pesar de todo eso, ya han conseguido que voluntariamente humillemos la cerviz, descubramos el morrillo y aceptemos el sacrificio inevitable.
¡Qué invento, el de los mercados! Si no lo ha hecho alguien ya, habría que patentarlo.

6 comentarios:

Alberto Díaz-Villaseñor dijo...

Me gusta (deformación feisbukera).

jlarranz dijo...

I like you like.

MAD-MEDIA dijo...

Ha dado usted en el clavo. ¿Le ha costado mucho destapar la gran patraña mercadil? ¿Hay que hacer estudios en una escuela de negocios con siglas pijas en plan IAEC y cosas de esas?

Paco Muñoz dijo...

José Luis ¡¡Chapeau!!

Rafetas dijo...

Bien dicho...o bien escrito. Certero.
Y te felicito por el estoicismo y buen humor con el que aguantaste el abucheo en la puerta del consistorio el día de la investidura cuando saliste a fumar y te increparon cual político, siendo un periodista (yo disuadí a cuantos me rodeaban). Una jornada un tanto confusa aquella, la verdad.

jlarranz dijo...

Gracias, Rafa.
Intenté encajar los abucheos con dignidad, asumiendo que no iban dirigidos a mí, sino a mi corbata. De hecho, la 'culpable' de mi salida (fue Mar Arteaga, la directora de Canal Sur, quien se empeñó en bajar a fumar) se escapó de rositas (supongo que por no ir de etiqueta).