30/6/08

El Celestino

Quienes piensen que, usando una simple lógica, Celestina y Celestino únicamente se diferencian en una letra,están absolutamente equivocados.
La Celestina empleaba sus artes, embrujos y afeites para unir a un hombre y a una mujer. ¿Qué hubiera sido de Calixto y de Melibea sin las habilidades de la vieja Trotaconventos? (Un poco más tarde contestaré a esta pregunta). En cambio, y lejos de tan amorosos propósitos, El Celestino se dedica -ciertamente, como daño colateral- a separar parejas.
¡Cuán escasamente ejemplar nos ha salido Celestino! [para los muy cortitos, me estoy refiriendo a Celestino Corbacho... Sí, al ministro]. ¡Cuán escasamente ejemplar -repito- nos ha salido Celestino! Y eso que se ha empeñado en ejemplificar, en poner ejemplos de cómo terminar con la crisis. La mejor herramienta: reducir el número de inmigrantes.
No sé -sería mucho saber- si hay censada alguna Melibea nacida en Nayéy residente en Almuñécar a la espera de un reencuentro proveniente de Senegal, pero, de existir, seguro que reniega de este celestinismo made in Corbacho.
De nada le vale al ministro Matamoros que Ejpaña entera se haya unido contra él. ¿Por qué hay que atender a tanta ONG? ¿Dónde pone que haya que escuchar a los agricultores? ¿Quién dice que es obligatorio considerar las editoriales de El País (los nuevos sociatas prefieren El Mundo; es más… ¿amplio?) o de Público? ¿Por qué hay que temer las rectificaciones de la Vicepresidenta? (¿O sí? A lo mejor, Celes, lo de De la Vega…).
Contra viento y marea, El Celestino se mantiene firme, anclado al palo mayor de su buque -el Non Plus Ultra, cómo no-, patrullando las aguas del Estrecho, enarbolando la bandera del No pasarán, y lamentando este síndrome -por supuesto, postvacacional- de incomprensión colectiva:
-Pero, José Luis, compañero, ¿cómo no te das cuenta? -le trataba de explicar a Zapatero-. La mejor manera de acabar con los parados es hacer que se vayan. Hazme caso, presi, que hasta a Franco le salió… Y eso que él le echó más huevos y a quienes subió a las pateras eran españoles. Yo, si no pasamos del 12%, me apaño con largar a los extranjeros.
(Por cierto, que si La Celestina no hubiese revelado a Calixto la manera de sortear los muros del jardín de Melibea, los jóvenes no hubieran tenido tan trágico final. Mira que si el ministro en el fondo es un romántico… Me guardo este argumento para otro post).

12/6/08

Panem et circenses

Cuando los mandamases de la Roma clásica detectaban un determinado grado de preocupante intranquilidad en las masas, recurrían a lo más sencillo: panem et circenses, pan y juegos en el circo. Los juegos pretendían distraer los ánimos; el pan, entretener la boca y acallar los estómagos. 
Varias decenas de siglos después, aquellos prebostes se sorprenderían al ver qué poco han evolucionado las estrategias. Luis XIV arrojaba monedas de oro desde su carroza, Franco construía pantanos… Hoy, cuando en el siglo XXI ya ha vencido el periodo de garantía, el pan aún desciende -cual maná- en forma de subsidio, subvención, ayuda o beca, desde los balcones de todos y cada uno de nuestros gobiernos. Con estas prácticas, y lejos de velar por el bienestar social de la plebe, la clase senatorial (sálvese el que pueda) no hace sino sembrar para recoger. 
Los que sí han variado ha sido los circuses (que diría un british). 
Desde que murió el último gladiador en la arena del Coliseo hasta hoy, han sido infinitas las formas de distraer al personal, de hacerle olvidar su infeliz ayer, su perra vida y su negro futuro. ¿Cuántos toros han sido sacrificados en el altar de la paz social? ¿Cuántos herejes, cuántas brujas han ardido para evitar que las antorchas tomaran otro camino? Ahora, cuando las-ciencias-adelantan-que-es-una-barbaridad más que nunca, el circo se ha trasladado a los televisores y los juglares se han travestido de políticos. En lugar de regar con luises a los sansculottes o de cebar con cristianos a los leones, nuestros dirigentes se empeñan en limpiar con moras las manchas de las moras, en sacar los clavos a clavazos… en vocear una buena nueva para silenciar lo que no quieren que oigamos. 
Ahí el repertorio es infinito. A cada preocupante cifra macroeconómica sucede, en cuestión de minutos, una Operación Malaya o la detención de un superpeligroso terrorista (que digo yo que ya es casualidad, que tanto tiempo buscándolos y estaban ahí, en ese chalecito del sur de Francia donde viven todos). Cada vez que un partido político entra en crisis, contraataca denunciando actitudes antidemocráticas de Fulanito (curiosamente, ayer compartían reuniones, comisiones, despachos y viajes oficiales con ese Fulanito sin sospechar nada, mira tú). 
Hoy, cuando las cifras del desempleo rozan el umbral de la vergüenza, el trovador de turno, el mago de guardia es Baltasar; no el rey mago, sino Garzón. Y el entretenimiento del weekend, las fosas comunes. No sé en qué torpe mente cabe que el debate nacional pueda versar hoy en acontecimientos de hace setenta años, cuando hay tanta actualidad sobre lo que vociferar… 
Y que conste que yo soy de los -pocos- partidarios de remover las tumbas que haga falta hasta poner el punto y final al capítulo más triste de la historia de España. Pero, mucho me temo, que no sea ese el objetivo de la garzonada, y si no al tiempo. ¿Alguien se cree que la justicia española va a sentar en el banquillo a alguien como consecuencia de crímenes cometidos en los años treinta? 
Pues no. Primero, porque no creo que quede un gramo de carne en las nalgas de ninguno de los protagonistas del golpe de estado, de la represión posterior o de la respuesta criminal y desmedida, sobre el que sentarse. Y segundo -y fundamental- porque todo esto no es más que un paripé. Unos, los que se autoproclaman hijos de los represaliados, los meten el dedo en el ojo a los otros, a los que niegan ser hijos de los represaliadores (pero que, torpemente -mira que son torpes- insisten en proteger a Franco y al franquismo, ellos sabrán porqué), hasta que estos otros les den con un nuevo dato macroeconómico en los dientes a aquellos unos. 
Y mientras tanto, a los verdaderos huérfanos del cainismo, a quienes no saben dónde llorar a sus muertos, a quienes siguen sin encontrar los nombres de sus padres y de sus amigos entre las listas de las víctimas del terror, maldito el ardor de estómago que les produce el pan de la frustración (se ve que Garzón es adicto al alkaseltzer).
Puta la gracia que les hace este circo.