4/1/12

Una crisis para volver a ser pobres

Nadie, sobre la faz de la Tierra, dudará ya de que esto de la crisis es un enorme embuste.
Llevamos tantos meses desayunando con macrocifras, previsiones y análisis, que no hay quien se trague que resultó imposible prever la actual situación, que los economistas no anticiparon que ocurriría lo que está ocurriendo y que no advirtieron a quienes tenían que activar las medidas oportunas para corregir y evitar la debacle. Entonces ¿por qué no se actuó?
El día en que las nubes se abran y dejen paso al sol -que algún día se abrirán- podremos hacer balance de los daños que ha causado el temporal y, lo que es más importante, desenmascarar a quienes han obtenido beneficio de esta etapa de turbulencias.
Los recortes -los ya aplicados y los que quedan por aplicar- van a significar un grave deterioro en los servicios básicos y estratégicos que los estados prestan a sus súbditos. La disminución de las partidas destinadas a la sanidad -por ejemplo- invitará a quien pueda permitírselo a contratar con compañías privadas. Cuando crezcan  las ratios en las escuelas públicas, desaparezcan los cheques-libro y se rebajen las ayudas y las becas, muchas familias -las que puedan pagar- acudirán a los colegios privados. Si los jubilados siguen perdiendo poder adquisitivo, aumentarán los fondos de pensiones; habrá más gimnasios privados cuantas más instalaciones públicas se cierren; más publicidad para las teles comerciales, cuantas más cadenas autonómicas abandonen sus emisiones; más peajes en las autopistas, cuanto menos atractivas sean las autovías.
Por lo tanto, la crisis servirá, fundamentalmente, para que engorden sus cuentas de resultados las grandes sociedades mercantiles cuyos mayoritarios paquetes de acciones están, curiosamente, en manos de las grandes entidades financieras, responsables en primera instancia del cataclismo económico que paradójicamente les va a hacer -más- ricos.
La sociedad occidental -en general-, Europa -en particular- y los países mediterráneos -especialmente- habrán retrocedido décadas en sus conquistas sociales cuando en un parqué se certifique el final de la crisis. Habrá que volver entonces a negociar -o a pelear- derechos que ayer adjetivábamos como irrenunciables, y habrá que volver a arrancar -pellizco a pellizco- migajas del ya añorado estado del bienestar.
La historia se repite cíclicamente, y cada vez que las clases más desfavorecidas consigan ascender un peldaño, surgirá -sorpresiva e intempestivamente- una nueva crisis para recordarles cuál es el lugar que le corresponde en la pirámide social.
Así que lo mejor es que acaben cuanto antes con esta farsa para poder empezar de nuevo.

4 comentarios:

Anton dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo, por similitud, no será que a los esclavos hay que recordarles de vez en cuando quien es el amo, no sea que se subleven.

Soco dijo...

Que razón que tienes. Lástima que todo lo que durante décadas se ha ido consiguiendo ahora lo perdamos sin darnos cuenta. Tal vez sea que tengamos que aprender, que el ser pobres no es sinónimo de ser tontos, aunque si que necesitamos a alguien que tenga el poder de hacer ver que una mayoria da el poder a una minoria. Como muy bien dice nuestro compañero Anton esta minoria va recordandoles a la gran inmensa mayoria que estan por debajo, cuando podriamos estar por encima si abriesemos los ojos. Como estamos en jornada de reyes, y la mágia está asegurada, roguemos para que nos iluminen i nos traigan una gafas para poder ver la realidad que nos envuelve.

Anónimo dijo...

Pues no me arriendo la ganancia porque no acabará cuanto antes. A esos poderosos financieros les interesa que retrocedamos lo suficiente como para que no tengan que preocuparse de montar una crisis en muuuchos años. Así que, desgraciadamente, auguro que esta farsa aún durará una buena temporada ((salvo que aparezca un mesías... y no sé qué será peor))

Anónimo dijo...

El mero hecho de pensar que existe gente cuyo capital crece de manera inversamente proporcional a la moral, da un poco de vértigo. Éste es sin duda uno de los aspectos más negativos del sistema capitalista, pero hemos de tener cuidado de no tachar a todos los grandes empresarios, banqueros, políticos y demás, de corruptos o especuladores, pues quiero pensar que éstos son la excepción y no la norma. No obstante, me parece una reflexión curiosa y no falta de sentido. D.E-son!!